sábado, 21 de julio de 2007

El pensamiento pos-trágico de la sociedad Informacional

La tragedia, como género literario, es un modo de pensamiento político que nos permite comprender el conflicto que atraviesa a toda comunidad, esta sería la tesis principal del libro “Política y Tragedia” de Eduardo Rinesi. De esta manera, el siglo XX es un siglo extremadamente político en el sentido de que está constituido alrededor del conflicto vertebral entre el capital y el trabajo.

El pensamiento trágico y la política comparten un elemento en común, a saber: el Conflicto. Si entendemos que el conflicto articula a la comunidad, este se nos presenta como inevitable e irreductible. De esta manera se constituye el pensamiento Occidental, dos ordenes antagónicos enfrentándose en un mismo espacio sin una resolución negociada o pactada, son las circunstancia del enfrentamiento las determinan que no haya solución en un instancia superior, sino, un movimiento por síntesis disyuntiva. El pensamiento trágico podría definirse “como un tipo especifico de pensamiento que acepta reflexionar sobre el mundo reconociendo en el ámbitos de conflicto irreductibles” (Rinesi) Por lo tanto, si el conflicto es un elemento esencial de la política que divide al cuerpo, social Lefort apunta “que no hay ni podría haber política en una sociedad donde solo hubiera división y antagonismo” concluyendo que la política no es solo ruptura y conflicto, sino que contiene otro elemento fundamental que tiene por objetivo mantener el orden. El Poder es el otro componente de la relación política. Si hay algo común que comparten los grupos sociales es la tensión entre división y articulación, apertura y cierre desorden y orden es decir entre Conflicto y Poder.

Con el advenimiento de la sociedad informacional y su lógica reticular la estructura social que se constituye entre la dialéctica Poder-Conflicto esta siendo desplazada.El antagonismo radical entre dos órdenes de valores excluyentes (como lo fue el del comunismo y el fascismo o el del capital y el trabajo) se ve desarticulado por la velocidad de conexión de los flujos de información. El poder que opera por medio del orden de los lugares y de la disciplina de los cuerpos se materializa en una cantidad de instituciones articuladas en un espacio territorialmente definido por la soberanía estatal.

El conflicto tiene en un primer momento el objetivo de hacer caer los “aparatos ideológicos” que sostienen la virtualidad del lazo social, una vez lograda la división dentro del cuerpo social deviene la lucha para concluir con la imposición de los vencedores sobre el resto e instituir un bloque hegemónico. De esta manera la figura del conflicto se presenta como el agente del desorden por un lado y el poder inmunizando al cuerpo social para que no sucumba por la envestida del caos.¿Donde hallar el conflicto cuando el estado de excepción ya no es el desorden? ¿Cuándo el poder ya no intenta contener y articular el conflicto en un único espacio para disciplinar y ordenar los cuerpos sino que es el mismo poder el que genera y proporciona el desorden? ¿Estaríamos entrando en una época en la cual el conflicto no articula y constituye el cuerpo social?