domingo, 27 de septiembre de 2009

El Software, o el motor de las sociedades contemporáneas


En el comienzo de la década de 1990, las marcas mundiales más famosas fueron las empresas que estaban en el negocio de la producción de bienes materiales o en el procesamiento de materias físicas. Hoy, sin embargo, en la cima de listas de las marcas globales las mas re-conocidas están los nombres de empresas tales como: Google, Yahoo y Microsoft. (De hecho, Google era el número uno en el mundo en 2007 en términos de reconocimiento de marca.) Y, por lo menos en el EE.UU., los periódicos y las revistas mas leídas - New York Times, EE.UU. USA today, Business
Week, etc – diariamente figuran noticias e historias sobre YouTube, MySpace, Facebook, Apple, Google y otras empresas de IT.

¿Qué pasa con otros medios de comunicación? Si ud. accede al sitio web de la CNN y navega por la sección de negocios vera los datos del mercado de solo 10 empresas y los índices aparecerán precisamente en la home page.

Aunque la lista cambia a diario, siempre es probable que incluya algunas de las mismas marcas de IT.Tomemos el 21 de enero del 2008 como ejemplo. En ese día la lista de la CNN Consistió en las siguientes empresas e índices: Google, Apple, Índice S & P 500, Nasdaq, Composite Index, Dow Jones, Industrial Average, Cisco Systems, General Electric, General Motors, Ford, Intel.

Esta lista es muy reveladora. Las empresas que se ocupan de bienes materiales y energía aparecen en la segunda parte de la lista: General Electric, General Motors, Ford.

A continuación tenemos dos empresas de IT que proporcionan Hardware: Intel que hace chips para pc mientras que Cisco hace equipos de red. Que hay de las 2 compañías las cuales están en lo más alto de la cima. Google y Apple?
La primera parece estar en los de negocios de información, mientras que la segunda está haciendo artículos de electrónica: laptops, monitors, music players, etc. Pero en efecto, tanto Google, como Apple realmente fabrican otra cosa. Y por lo visto, esta otra cosa es decisivo para el funcionamiento de la economía de US- y por consiguiente también para el mundo global-, y para que estas compañías casi diariamente aparezcan en las noticias de negocios.
Y las empresas más grandes de Internet que también aparecen diariamente en las noticias - Yahoo, Facebook, Amazon, eBay - se encuentran en el mismo negocio.

Esta "otra cosa" es el software. Los buscadores, los sistemas de recomendación, aplicaciones de mapeo, herramientas de blog, herramientas de subasta, mensajería instantánea de clientes, y, por supuesto, las plataformas que permiten a otros a escribir software nuevo -Facebook, Windows, Unix, Android – están en el centro de la economía mundial, la cultura, la vida social, y, cada vez más, en la política. Y este "Software cultural" - cultural en el sentido que es directamente utilizado por cientos de millones de personas y que lleva "átomos" de la cultura (medios de comunicación y
información, así como las interacciones humanas en torno a estos medios de comunicación y la información) es sólo la parte visible de universo mucho mayor.


El software controla el vuelo de un misil inteligente hacia su objetivo durante una guerra, la adaptación de su curso en todo el vuelo. El software ejecuta las líneas de producción de los almacenes de Amazonia, Gap, Dell, y de numerosas empresas que les permiten montar y enviar objetos materiales a todo el mundo, en poco tiempo.
El Software permite a las tiendas y supermercados reponer automáticamente sus estanterías, así como automáticamente determinar qué elementos deben ir a la
venta, por cuánto, cuándo y dónde almacenarlos. El Software, por supuesto, es el que organiza Internet, el enrutamiento de mensajes de correo electrónicos, la prestación de la web páginas de un servidor, el tráfico en una red de conmutación, la asignación de direcciones IP, y la prestación de páginas Web en un navegador. La escuela y el hospital, la base militar y el laboratorio científico, el aeropuerto y la ciudad -todos los sectores sociales, económicos y culturales de los sistemas de la sociedad moderna-se ejecutan con software.
El software es el pegamento invisible que une todo junto. Si bien diversos sistemas de la sociedad moderna hablan en diferentes idiomas y tienen diferentes objetivos, todos comparten la sintaxis de software: el control de las declaraciones "Si / entonces" y "mientras / hacer", los operadores y tipos de datos incluidos los caracteres y números de punto flotante, estructuras de datos tales como las listas, y la interfaz de convenciones que abarcan los menús y los cuadros de diálogo.

Si la electricidad y el motor de combustión hicieron posible la sociedad industrial, el software posibilita igualmente la sociedad global de la información. El trabajo intelectual ", los" analistas de símbolos ", el creativo de las empresas ", y " las industrias de servicios "- todos estos principales actores económicos de la sociedad de la información no pueden existir sin el software. El software de visualización de datos utilizado por un científico, la de hoja de cálculo que utiliza el analista financiero, el software de diseño web utilizado por un diseñador que trabajaba para una transnacional de publicidad de energía, el software de reserva utilizado por una compañía aérea.
El software es el que también impulsa el proceso de la globalización, permite a las empresas a distribuir la gestión en nodos, posibilita la producción, el almacenamiento y el consumo de los productos de todo el mundo.
A pesar de la nueva dimensión contemporánea de existencia particular la teoría social de los últimos años se ha centrado en -la sociedad de la información, la sociedad del conocimiento, o la sociedad-red - todas estas posibilitadas por el software.
Paradójicamente, mientras que los científicos sociales, los filósofos, los críticos culturales, de medios de comunicación y de nuevos medios tienen por ahora al parecer cubierto todos los aspectos de la revolución IT creando de una serie de nuevas disciplinas tales como, la cibernética cultural, los estudios de internet, las teorías de los nuevos medios y la cultura digital, el motor subyacente que impulsa la mayoría de estos temas- el software - ha recibido poca o ninguna atención.
El software es todavía invisible para la mayoría de los académicos, artistas y profesionales de la cultura interesados en la tecnologías de la información y sus componentes culturales y efectos sociales.( Una importante excepción es el movimiento de Open Source relacionado con los usos en torno al Copyright y los derechos de la propiedad intelectual que han sido intensamente discutidos en muchas disciplinas académicas). Pero si limitamos las discusiones críticas a las nociones de "ciber", "digital", "Internet", "redes", "nuevos medios", o "medios sociales de comunicación " nunca podremos llegar a lo que esta detrás de las nuevas representaciones de los medios de comunicación y entender lo que realmente son y lo que hacen.
Si no abordamos el software en sí mismo, estamos siempre en peligro de tratar sólo con sus efectos y no con las causas: la salida que aparece en una pantalla de ordenador en lugar de los programas sociales y culturales que producen estas salidas.

"Sociedad de la información", "sociedad del conocimiento", "sociedad red", "medios de comunicación social", a pesar de las nuevas características de existencia contemporánea la teoría social se ha centrado en estas y ellas están habilitadas por el software. Es hora de centrarse en el software mismo.

Lev Manovich.
Traducción por confía en tus máquinas.

jueves, 11 de junio de 2009

La mecanología

Si existe desfase entre la técnica contemporánea y la cultura es porque esta última no ha sabido integrar una nueva dinámica de los objetos técnicos, lo que engendra una desarmonía entre el "sistema técnico" y los "otros sistemas" en los que ella consiste: "La cultura de hoy es una cultura antigua, que incorpora como esquemas dinámicos el estado de las técnicas artesanales y agrícolas de los Siglos pasados".

Ajustar la cultura a la tecnología es tomar en consideración los "sistemas dinámicos" de la técnica actual y abandonar los salidos de una realidad hoy desaparecida. También es admitir que una dinámica técnica precede a la dinámica social y se impone a ella. Analizar los nuevos esquemas dinámicos y comprender la necesidad de un avance de la dinámica técnica industrial sobre los otros aspectos sociales son las tareas del saber que permitirán articular la relación entre el hombre y el Conjunto técnico. No se trata ni de competencia tradicional del obrero, ni de la del ingeniero-empresario, que mantienen unas relaciones con las máquinas demasiado próximas o demasiado interesadas: se trata de hacer tecnología como se hace sociología o psicología; en los objetos técnicos hay una dinámica que no es el hecho ni del alma ni de la sociedad humana, sino que como ellas, tiene un papel determinante en el movimiento del devenir humano y debe ser estudiada por ella misma. Esta dinámica de los objetos, como tecnología industrial, es una ciencia de las máquinas, y a ese título, se la llamará mecanología.

"Lo que reside en las máquinas" sin duda no es más que "la realidad humana, el gesto humano fijado y cristalizado en estructuras que funcionan. Pero el objeto técnico industrial, aunque es realizado por el hombre, resulta sin embargo de una inventiva que proviene de/ objeto técnico mismo. En ese sentido, del que resulta la indeterminación de su funcionamiento, y no bajo la categoría de autonomización, se puede hablar de una autonomía de la máquina: de una autonomía de su génesis. Este análisis va más lejos en la afirmación de una dinámica tecnológica que la tesis de la tendencia técnica que sobrepasa la voluntad de los individuos y de los grupos sometidos a unas reglas de evolución técnica que proceden a la vez de las leyes de la física, y de una intencionalidad humana universal que ya no tiene sitio aquí. Dar cuenta, no antropológicamente, de la dinámica técnica por el concepto de ese proceso es negarse a

considerar el objeto técnico como un utensilio, un medio, para definirlo "en sí mismo". Un utensilio se caracteriza por su inercia. Ahora bien, la inventiva propia del objeto técnico es un proceso de concretización por sobredeterminación funcional. Esta concretización es la historia del objeto técnico; ella le da "su consistencia al término de una evolución, probando que no sabría ser considerada como un puro utensilio". El objeto técnico industrial no es inerte. Encubre una lógica genética que le es propia y que es su "modo de existencia". Ésta no es un resultado de la actividad humana, ni una disposición del hombre, que no hace más que tomar nota de sus enseñanzas y ejecutarlas. Las enseñanzas de la máquina son invenciones en sentido antiguo: exhumaciones.

Existen elementos, individuos y conjuntos técnicos. Los elementos son las herramientas, los órganos separados; los individuos emplean los elementos; los conjuntos coordinan a los individuos. La técnica industrial se caracteriza por una transformación de los individuos técnicos, lo que permite comprender la génesis y la desaparición de la relación actual del hombre con la máquina. La dramaturgia de la técnica moderna empieza en el siglo XVIII con una fase de optimismo. Después aparece

una crisis con la llegada de la técnica industrial que explota los recursos de la máquina termodinámica. No es la máquina la que reemplaza al hombre: es el hombre quien suple, hasta la revolución industrial, la ausencia de máquinas. Y sin embargo, la aparición de la máquina portadora de herramientas, como nuevo individuo técnico, le priva en primer lugar de un papel tanto como de un empleo, Sin embargo, en el siglo XX se anuncia un nuevo optimismo con la aparición de la máquina cibernética en tanto que ésta produciría entropía negativa. Más profundamente que el desposeimiento por parte de la máquina que le hace perder su lugar de individuo técnico, lo que hace posible la angustia en la que e! hombre vive la evolución técnica industrial es la amenaza de la entropía. A la inversa, el optimismo final se justifica por referencia al pensamiento de la vida porque la evolución técnica aparece como proceso de diferenciación, creación de orden, lucha contra la muerte.

Con la máquina se inicia un desfase entre técnica y cultura porque el hombre ya no es "portador de herramienta". Para reconciliar la cultura y la técnica hay que pensar lo que significa la "máquina portadora de herramientas", lo que significa para ella misma y lo que significa para el lugar del hombre. Nuestra época, que apela al pensamiento de esta nueva relación, lleva consigo la evidencia de una positividad de la técnica, en tanto que ésta se hace ahí reguladora, lo que es también la esencia de la cultura. "La realidad técnica devenida reguladora podrá integrarse a la cultura, reguladora por esencia".

Bernard Stiegler


lunes, 9 de marzo de 2009

Sobre los objetos técnicos


Hasta hoy la realidad del objeto técnico pasó a un segundo plano, detrás del trabajo humano. El objeto técnico ha sido aprehendido a través del trabajo humano, pensado y juzgado como instrumento, adyuvante o producto del trabajo. Ahora bien, habrá que poder operar, a favor del mismo hombre, una inversión que permitiera a lo que hay de humano en el objeto técnico aparecer directamente, sin pasar a través de la relación de trabajo. Es el trabajo lo que debe ser conocido como fase de la tecnicidad, y no la tecnicidad como fase del trabajo, porque la tecnicidad es el conjunto del cual el trabajo es una parte, y no a la inversa.

Es insuficiente una definición naturalista del trabajo: decir que el trabajo es la explotación de la naturaleza por parte de hombres en sociedad es reducir al trabajo a una reacción elaborada por el hombre considerado como especie frente a la naturaleza, a la cual se adapta y lo condiciona. Aquí no se trata de saber si este determinismo en la relación naturaleza- hombre tiene un sentido único o implica una reciprocidad; la hipótesis de una reciprocidad no cambia el esquema de base, a saber, el esquema de condicionamiento y el aspecto relacional del trabajo. En este caso, el trabajo es lo que da sentido al objeto técnico, y no el objeto técnico lo que da sentido al trabajo. El trabajo es la actividad por la cual el hombre realiza en sí mismo la mediación entre la especie humana y la naturaleza. Decimos que en este caso el hombre opera como portador de herramientas, porque en esa actividad actúa sobre la naturaleza y sigue paso a paso esta acción. Hay trabajo cuando el hombre no puede confiar al objeto técnico la función de mediación entre la especie y la naturaleza, y debe realizar él mismo, a través de su cuerpo, su pensamiento, su acción, esta función de relación. Por el contrario, cuando el objeto técnico está concretizado, la mezcla de naturaleza y de hombre está constituida en el nivel de ese objeto; la operación sobre el ser técnico no es exactamente un trabajo. En efecto, en el trabajo el hombre coincide con una realidad que no es humana, se pliega a esa realidad, se desliza de alguna manera entre la realidad natural y la intención humana; el hombre en el trabajo modela la materia según una forma, llega con esta forma, que es una intención de resultado, una predeterminación de lo que hay que obtener al término de la obra. Esta forma – intención no forma parte de la materia sobre la que trata el trabajo; expresa una utilidad o una necesidad para el hombre, pero no se desprende de la naturaleza; el trabajo es una actividad que llega a hacer coincidir, a hacer sinergias, dos realidades tan heterogéneas como la materia y la forma.


De este modo, el objeto técnico aporta una categoría más vasta que la del trabajo: el funcionamiento operativo. Este funcionamiento operativo supone en su base, como condición de posibilidad, un acto de invención. Ahora bien, la invención no es un trabajo; no supone una mediación, llevada a cabo por el hombre somato-psíquico entre la naturaleza y la especie humana. La invención no es sólo una reacción adaptativa y defensiva. Es una operación mental, un funcionamiento mental que es del mismo orden que el saber científico. El pensamiento técnico está presente en toda actividad técnica, y es del orden de la invención; puede ser comunicado, autoriza la participación.

Entonces, por encima de la comunidad social de trabajo, más allá de la relación interindividual, que no está soportada por una actividad operativa, se instituye un universo mental y práctico de la tecnicidad en el cual los seres humanos comunican a través de lo que inventan. El objeto técnico considerado según su esencia, esto es, el objeto técnico en la medida en que ha sido inventado, pensado y querido, asumido por un sujeto humano, se convierte en el soporte y el símbolo de esta relación que querríamos denominar transindividual. El objeto técnico puede ser leído como portador de una información definida.


Se puede entender por transindividualidad una relación que pone a los individuos en relación, pero no mediante su individualidad constituida, separándolos unos de otros, ni mediante aquello que hay de idéntico en todo ser humano, por ejemplo las formas a priori de sensibilidad, sino mediante esta carga de realidad preindividual, esta carga de naturaleza que es conservada en el ser individual, y que contiene potenciales y virtualidad. El objeto técnico que sale de la invención técnica lleva consigo algo del ser que lo ha producido, expresa aquello de ese ser que está menos ligado a un hic et nunc.


El trabajo concebido como productivo, en la medida en que proviene del localizado hic et nunc, no puede tener en cuenta al ser técnico inventado; no es el individuo quien inventa, es el sujeto, más vasto que el individuo, más rico que el, y que lleva consigo, además de la individualidad del ser individuado, una cierta carga de naturaleza, de ser no individuado.

Ahora bien, los problemas del trabajo son los problemas relativos de la alienación causada por el trabajo, y esta alienación no es sólo económica por el juego de la plusvalía; ni el marxismo, ni ese contramarxismo que es el psicologismo, pueden encontrar la verdadera solución, porque ambos ubican la fuente de la alienación por fuera del trabajo. No queremos decir que la alienación económica no exista, pero puede ser que la causa primera de la alienación esté de modo esencial en el trabajo, y que la alienación descrita por Marx no sea más que una de las modalidades de esta alienación.


Si esta hipótesis es cierta, la verdadera vía para reducir la alienación se encuentra en el nivel del colectivo transindividual. El objeto técnico hizo su aparición en un mundo donde las estructuras sociales y los contenidos psíquicos han sido formados por el trabajo: objeto técnico es entonces introducido en el mundo del trabajo en lugar de crear un mundo técnico que tiene nuevas estructuras.


Entonces, la máquina es conocida y utilizada a través del trabajo y no a través del saber técnico; la relación del trabajador con la máquina es inadecuada, porque el trabajador opera sobre la máquina sin que su gesto prolongue la invención. El hombre conoce lo que entra en la máquina y lo que sale de ella, pero no lo que hace: incluso en presencia del obrero, ella realiza una operación en la cual el obrero no participa, aún si la dirige o la alimenta. Dirigir todavía es permanecer externo a lo que se dirige, cuando el hecho de dirigir consiste en desplegar según un montaje preestablecido, hecho para esa puesta en marcha. La alienación del trabajador se traduce en la ruptura entre el saber técnico y el ejercicio de las condiciones de utilización. Esta ruptura es tan pronunciada que en un gran número de fábricas modernas, la función de reparador es estrictamente distinta de la del utilizador de la máquina, es decir, del obrero, y los obreros tienen prohibido arreglar ellos mismos su propia máquina. Ahora bien, la actividad de reparación es lo que prolonga más naturalmente la función de invención y de construcción: el arreglo es una invención perpetua a pesar de ser limitada. En efecto, la máquina no es arrojada de una vez y para siempre a la existencia a partir de su construcción, sin necesidad de retoques, de reparaciones, de ajustes. La alienación fundamental reside en la ruptura que se produce entre la ontogénesis del objeto técnico y la existencia de ese objeto técnico.

Los objetos técnicos que más producen alienación son aquellos que también están destinados a usuarios ignorantes. Estos objetos se degradan progresivamente: nuevos durante un tiempo, se devalúan al perder este carácter, porque sólo pueden alejarse de sus condiciones de perfección inicial. La funda de los órganos delicados indica este corte entre el constructor, que se identifica con el inventor, y el usuario, que adquiere el uso del objeto técnico únicamente por un procedimiento económico; la garantía concretiza el carácter económico puro de esta relación entre el constructor y el usuario; el usuario no prolonga de ninguna manera el acto del constructor; mediante la garantía el usuario compra el derecho de imponer al constructor de volver a su actividad si la necesidad lo requiere. Por el contrario, los objetos técnicos que no están sometidos a este estatuto de separación entre la construcción y la utilización, no se degradan con el tiempo; son concebidos para que los diferentes órganos que los constituyen puedan ser reemplazados y reparados en el curso de la utilización, de manera continua: el mantenimiento no se separa de la construcción, la prolonga y, en ciertos casos, la realiza.


De este modo, la alienación que proviene del corte artificial entre la construcción y la utilización, no sólo es sensible en el hombre que emplea la máquina, trabaja sobre ella y no puede impulsar su relación con ella más allá del trabajo; repercute también en las condiciones económicas y culturales del empleo de la máquina y en el valor económico de la máquina, bajo la forma de una devaluación del objeto técnico, tanto más rápida cuanto más acentuada sea esa ruptura.

Gilbert Simondon

sábado, 27 de septiembre de 2008

El modo de existencia de los objetos técnicos

Este estudio está animado por la intención de suscitar una toma de conciencia del sentido de los objetos técnicos. La cultura se ha constituido en sistema de defensa contra las técnicas; ahora bien esta defensa se presenta como una defensa del hombre, suponiendo que los objetos técnicos no contienen realidad humana. Querríamos mostrar que la cultura ignora en la realidad técnica una realidad humana y que, para jugar su rol completo, la cultura debe incorporar los seres técnicos bajo la forma de conocimiento y de sentido de los valores. La toma de conciencia de los modos de existencia de los objetos técnicos debe ser efectuada por el pensamiento filosófico, que se encuentra en la posición de tener que cumplir en esta obra un deber análogo al que jugó en la abolición de la esclavitud y la afirmación del valor de la persona humana.
La oposición que se ha erigido entre la cultura y la técnica, entre el hombre y la máquina, es falsa y sin fundamentos; sólo recubre ignorancia o resentimiento. Enmascara detrás de un humanismo fácil una realidad rica en esfuerzos humanos y en fuerzas naturales, y que constituye el mundo de los objetos técnicos, mediadores entre la naturaleza y el hombre.
La cultura se comporta con el objeto técnico como el hombre con el extranjero cuando se deja llevar por la xenofobia primitiva. El misioneísmo orientado contra las máquinas no es tanto odio a lo nuevo como negación de la realidad ajena.
La mayor causa de alienación en el mundo contemporáneo reside en este desconocimiento de la máquina, que no es una alienación causada por la máquina, sino por el no conocimiento de su naturaleza y de su esencia.
Frente a este rechazo defensivo, pronunciado por una cultura parcial, los hombres que conocen los objetos técnicos y sienten su significación buscan justificar su juicio otorgando al objeto técnico el único estatuto valorado actualmente por fuera del objeto estético, el objeto sagrado. Entonces nace un tecnicismo imperante que no es más que una idolatría de la máquina, y a través de esta idolatría, por medio de una identificación, una aspiración tecnocrática del poder incondicional. El deseo de potencia consagra a la máquina como medio de supremacía, y hace de ella el filtro moderno. El hombre que quiere dominar a sus semejantes suscita la máquina androide. Abdica entonces frente a ella y delega su humanidad. Busca construir la máquina de pensar, soñando con construir la máquina de querer, la máquina de vivir, para quedarse detrás de ella sin angustia, libre de todo peligro, exento de todo sentimiento de debilidad, y triunfante de modo inmediato por lo que ha inventado. Ahora bien, en este caso, la máquina convertida por la imaginación en ese doble del hombre que es el robot, desprovisto de interioridad, representa de modo demasiado evidente e inevitable un ser puramente mítico e imaginario.
Querríamos mostrar precisamente que el robot no existe, que no es una máquina, como no es un ser vivo una estatua, sino solamente un producto de la imaginación y de la fabricación ficticia, del arte de la ilusión.
La cultura conlleva de este modo dos actitudes contradictorias con respecto a los objetos técnicos: por una parte, los trata como puros ensambles de materia desprovistos de verdadera significación y que representan solamente una utilidad. Por otra parte, supone que esos objetos son también robot y que están animados por intenciones hostiles para con el hombre, o que representan para él un peligro permanente de agresión, de insurrección. Al juzgar bueno conservar el primer carácter, quiere impedir la manifestación del segundo y habla de poner a las máquinas al servicio del hombre creyendo encontrar de este modo un medio seguro de impedir la rebelión.

De hecho, estas contradicciones inherentes a la cultura proviene de la ambigüedad de las ideas relativa al automatismo, en las cuales se esconde una verdadera falta de lógica. Los idólatras de las máquinas presentan, en general, el grado de perfección de una máquina como proporcional al grado de automatismo. Superando lo que muestra la experiencia, su ponen que, a través de un crecimiento, y un perfeccionamiento del automatismo, se llega a reunir y a interconectar todas la máquinas entre ellas de manera de construir una máquina de todas las máquinas.
Ahora bien de hecho, el automatismo es un grado bastante bajo de perfección técnica. Para convertir a una máquina en autómata es preciso sacrificar muchas posibilidades de funcionamiento y muchos usos posibles. El automatismo, y su utilización bajo la forma de organización industrial denominada automation, posee una significación económica o social más que una significación técnica. El verdadero perfeccionamiento de las máquinas, aquel del que puede decirse que eleva el grado de tecnicidad, corresponde no a un acrecentamiento del automatismo, sino, por el contrario, al hecho de que el funcionamiento de una máquina preserve un cierto margen de indeterminación. Es este margen lo que le permite a la máquina ser sensible a una información exterior. A través de esta sensibilidad de las máquinas a la información se puede consumar un conjunto técnico, y no por un aumento del automatismo. Una máquina puramente automática, completamente cerrada sobre ella misma en un funcionamiento predeterminado, solamente podría ofrecer resultados sumarios. La máquina que está dotada de una alta tecnicidad es una máquina abierta, y el conjunto de las máquinas abiertas supone al hombre como organizador permanente, como interprete viviente de máquinas una en relación con otras. Lejos de ser el vigilante de una tropa de esclavos, el hombre es el organizador permanente de una sociedad de objetos técnicos que tienen necesidad de él como los músicos tienen necesidad del director de orquestas.
La presencia del hombre en las máquinas es una invención perpetuada. Lo que reside en las máquinas es la realidad humana, el gesto humano fijado y cristalizado en estructuras que funcionan. Estas estructuras tienen necesidad de ser sostenidas en el transcurso de su funcionamiento, y la mayor perfección coincide con la mayor apertura, la mayor libertad de funcionamiento.

Gilbert Simondon

martes, 26 de agosto de 2008

Vilém Flusser


Vilém Flusser es un filósofo, teórico de los medios, de origen checo, que hizo de la imagen técnica y su función en la sociedad post-industrial, de los aparatos y medios culturales de la comunicación, desde la máquina fotográfica hasta el ordenador, su reflexión teórica fundamental. De allí que su principal ocupación fuera, en el fondo, la cultura de la imagen: nuestro futuro cultural inmediato. La imagen actual es una “imagen técnica”, se dirá también

“imagen sintética (E. Couchot), una superficie con significado que puede ser trasladada de un

soporte a otro, que se aprende con una sola mirada y que es generada por aparatos ya programados. No las hace más la mano humana, como es el caso de las imágenes que las antecedieron (pinturas, vitrales, tapices o mosaicos). Lo esencial que la caracteriza es que a diferencia de éstas, la imagen técnica parece despreciar su soporte material. La información, el mensaje no se pega a él como lo hacía el óleo en la tela (pudiendo trasladar la imagen de un soporte de vídeo, por ejemplo, a uno digital o electromagnético donde es almacenado o proyectado) y, por lo m ismo, no posee ya s un valor como objeto en sí sino como pura información, como un mapa ordenador del mundo de las escenas que significa, “como un sistema de símbolos bidimensionales capaz de significar escenas”, dirá el teórico checo.

Al desistir de la realidad material, el hombre de la nueva sociedad ha ido cambiando asimismo el sentido de posesión de los objetos, el significado de conceptos como el de distribución o de propiedad de los objetos que muestran las imágenes. La nueva “sociedad de la infor mación” parece querer superar tales conceptos. Piensa que los “valores (estéticos, éticos o epistémicos) y la “realidad”, esto es, el “deber ser y el “ser residen, de ahora en adelante, en el mundo de las imágenes. Y únicamente quien pueda descifrar la imagen podrá ver a través de ella su significado. El soporte material será siempre el “significante y el mundo de las escenas el “significado”, lo abstraído del mundo concreto. El mundo de afuera servirá pronto sólo de pretexto, pues es la imagen, en definitiva, la última realidad. Efectivamente, la imagen no es s simbolización de un “afuera sino materialización en el software o hardware por ejemplo, de los productos de conceptos científicos. Una sociedad que viva, sienta, se emocione, piense y actúe en función de filmes, de la tv, de vídeos, de juegos electrónicos, fotografías u otras realidades virtuales, no pareciera tener que descifrar s tales imágenes, que se leen en su superficie sin necesidad de explicación o critica alguna; solo que verlas no es idéntico a ver frescos etruscos o las cuevas de Altamira, ya que no significan el entorno inmediato en que vivimos. Tales imágenes parecen ser síntomas de un mundo, de situaciones significadas por las escenas de ese mundo abstraído y bidimensional. Un dato del mundo, en donde el poder socio-económico se ha ido trasladando, cada vez más, de los propietarios de los objetos (materias primas, energías, máquinas) a los detentadores o productores de la información, a los “programadores”. Donde el mundo objetivo que pareciera ir en decadencia consigue hacer que el mundo simbólico emerja como centro de interés existencial, haciéndonos olvidar su carácter irreal para entregar nuestra fe y confianza a lo virtual como sede última del valor y de lo real. Tal mundo es el que tendrá que modelar la acción y la experiencia s íntima del hombre en el futuro. ¿Qué otro empeño actual podría hacerlo? Y ¿por qué rechazarlo o criticarlo?

Descendiente de una erudita familia judía, Vilém Flusser nace en Praga el 12 de Mayo de 1920. En 1939 huye a Londres, emigrando un o después, ya expatriado, a la emergente ciudad de Sao Paulo donde se asentará por s tres décadas antes de buscar emigrar otra vez a Europa. Paralelamente a sus estudios informales de filosofía y ciencias, trabajó diez años como manager para una firma familiar, las industrias radio -electrónicas Stabivolt de Brasil, donde permaneció hasta 1961, o que da inicio a su actividad educadora, primero en casa, con un grupo reducido de alumnos, enseñando filosofía del lenguaje y s tarde arte dramático, cine y teoría de la comunicación en escuelas técnicas superiores y en la Universidad de o Paulo. Fue profesor visitante en distintas universidades de Europa y Estados Unidos. Llamado también por el gobierno brasileño a conformar el consejo de la Bienal de Arte de Sao Paulo (1964). Partícipe de varias publicaciones en periódicos y revistas de todo

el orbe, libros en portugués, alemán y francés, han sido éstas quienes se han encargado en el último tiempo de difundir sus ideas s innovadora en torno a una teoría de los medios o “comunicología -como él la enseñase. Una teoría que se ocupa de la transmisión, el almacenamiento y la re-producción de la información, las formas y códigos como esto se sucede desde las cuevas hasta la tecnología actual de la información, haciendo suya también la crisis o la última revolución cultural en la que se halla inmerso el hombre moderno, cercado de una marea de indescifradas y fascinantes “imágenes técnicas que no hacen sino condicionar la experiencia, el sentir y el saber de la sociedad post-industrial o pos-histórica. Donde pareciera no haber evento alguno allí donde falta la imagen que lo cubra, informe o grabe.

“Por una filosofía de la fotografía (1983) ha sido el texto clave que dio a conocer a Flusser en Europa, un texto vertido a s de diez lenguas. Flusser presenta allí esta relación del hombre con la imagen técnica, la relación dialéctica entre “aparato y funcionario”. Pone énfasis en la fotografía como un minuto de cambio en la cultura, de cesura entre la vieja imagen tradicional y la nueva imagen técnica. Un cambio de paradigma fundamental como lo fuera también el tránsito de la cultura oral a la cultura escrita (E. Havelock, M. Mc-Luhan, W. Ong). Esa es la tarea asignada hoy al pensamiento, y a ella dedicó Flusser su obra, situando de antemano la razón última que dirige a la comunicación humana: “El objetivo de la comunicación humana es hacernos olvidar el contexto de insignificación en el que estamos totalmente solos e incomunicados, es decir, aquel mundo en el que nos sentamos condenados a la individualidad y a morir: el mundo de la naturaleza. Nuestro mundo vive desde y en ese mundo de las imágenes técnicas y la escritura va perdiendo cada vez s en grosor y relevancia. El universo de fotos, films, vídeos, pantallas de tv y terminales de computación recogen hoy la función encargada otrora a los textos escritos, ellos han de ser los soportes futuros de las informaciones s importantes para la vida. La memoria ortopédica del hombre. Sus consecuencias son n desconocidas. El hombre ha comenzado a experimentar, conocer y valorar el mundo ya no como texto unidimensional, procesual e histórico sino en forma bidimensional, como superficie, como contexto, como escena. Y no saber descifrarlo bien lo hace presa fácil de ese ritual mágico de su fascinación inmediata. Y puesto que nuestra vida depende, a diferencia del animal, mucho s de la información obtenida por el saber adquirido en lugar del heredado genéticamente, la estructura del soporte de la información es crucial y decisiva para nuestro modo de conocer, valorar y actuar, lo que ha de provocar una mutación necesaria del pensar, un cambio radical de nuestro inmediato ser en el mundo. Tal es lo que el checo ha llamado la “cris is actual de la cultura”. Vilém Flusser muere el 27 de noviembre de 1991 en un accidente de tránsito, cerca de la frontera checo-alemana. De sus textos, se han publicado ya algunas obras escogidas en diez volúmenes: la Edition -Flusser, editada por Andreas Müller-Pohle, en Göttingen: European Photography. Su legado, todavía en plena revisión, se halla ubicado en el Archivo-Flusser de la Academia de Arte para Medios, en la ciudad de Colonia, Alemania.


Breno Onetto