domingo, 6 de abril de 2008

Lo Virtual


La clave para entender la realidad virtual hay que buscarla en la diferencia entre la imitación y la simulación: la realidad virtual no imita la realidad, la simula a base de generar una semblanza de realidad. En otras palabras, la imitación imita un modelo real preexistente, mientras que la simulación genera la semblanza de una realidad inexistente: simula algo que no existe. Tomemos el caso más elemental de la virtualidad en un ordenador, la llamada «memoria virtual»: un ordenador puede simular mucha mas memoria de la que tiene, es decir, puede funcionar como si su memoria fuese mucho mayor de la que es realmente. ¿Y no puede decirse lo mismo de todos los mecanismos simbólicos, comenzando por el sistema financiero que simula una cobertura mucho mayor de la que puede ofrecer realmente? Todo el sistema de depósitos, etcétera, funciona a partir de la premisa de que cualquier persona puede retirar en cualquier momento su dinero del banco, un presupuesto que no puede realizarse en ningún caso, pero que hace posible el funcionamiento muy «real» y «material» del sistema financiero…

En una entrevista reciente, Hill Gates se congratuló de que el ciberespacio abría la perspectiva de lo que llamo un «capitalismo sin fricciones», expresión que traduce a la perfección la fantasía social subyacente a la ideología del capitalismo ciberespacial: la fantasía de un medio perfectamente etéreo y transparente para los intercambios, del que desaparezca todo vestigio de materialidad. No debemos peder de vista aquí que la «fricción» que desaparece en la fantasía de una «capitalismo sin fricciones» no se refiere únicamente a la realidad de los obstáculos materiales a los que se encuentra sometido cualquier proceso de intercambio, sino más que nada a lo Real de los antagonismo sociales, relaciones de poder, etcétera, que convierten en patológico el espacio de intercambio social.

En las condiciones sociales del capitalismo tardío, la materialidad misma del ciberespacio genera automáticamente un espacio abstracto e ilusorio de intercambio «sin fricciones» donde se diluye la particularidad de la posición social del participante.

La forma más sencilla de aislar el conjunto de relaciones sociales que sobredeterminan el funcionamiento del ciberespacio es fijarse en la «ideología espontánea del ciberespacio», el llamado ciberrevolucionarismo, cuya tesis básica es que el ciberespacio (o la World Wide Web) es un organismo «natural» que evoluciona por sí mismo. Es crucial aquí la disolución de la diferencia entre cultura y naturaleza: «la naturalización de la cultura» (concebir el mercado, la sociedad, etcétera, como si fueran organismos vivos) tiene como reverso la «culturalización de la naturaleza» (concebir la propia vida como un conjunto de informaciones con capacidad para autorreproducirse: los llamados genes memes) . En este sentido, la nueva concepción de la vida es neutral respecto a la distinción entre procesos naturales y culturales o artificiales: tanto la tierra (Gaia) como el mercado global aparecen como inmensos sistemas vivientes autorregulados cuya estructura básica se define en términos de un proceso de codificación y decodificación, transmisión de información, etcétera.

Los ideólogos del ciberespacio sueñan con un nuevo paso adelante en la evolución, en virtud de la cual dejaremos de meros individuos «cartesianos» condenados a interactuar mecánicamente, y la «persona» cortará su vínculo sustancial con un cuerpo individual para concebirse así misma como parte de una nueva Mente holística que vivirá y actuará a su vez a través de él o de ella.

Žižek